A través de una historia variada que se remonta a más de dos milenios, la ciudad de Bratislava ofrece una mezcla única de lo antiguo y lo moderno. Uno de los sitios más emblemáticos es su imponente castillo, que se alza orgullosamente sobre una colina ofreciendo vistas de la ciudad y del río Danubio. Este castillo ha sido testigo de innumerables eventos históricos y hoy alberga el Museo Nacional Eslovaco. No muy lejos, la Catedral de San Martín, con su impresionante arquitectura gótica, es otro punto destacado que no se puede pasar por alto.

En contraste, la modernidad de la ciudad se refleja en sus áreas comerciales y restaurantes, que ofrecen una fusión de gastronomía tradicional y contemporánea. La cocina eslovaca deleita con platos como el bryndzové halušky, una especie de ñoquis de papa con queso de oveja, y el kapustnica, una sopa de col fermentada con carne. Dicho esto, pasemos a conocer de forma más específica todo lo que ver, que hacer y comer en Bratislava.

Castillo de Bratislava

El Castillo de Bratislava comenzó a erigirse en el siglo X y ha sido testigo de numerosos eventos históricos a lo largo de los siglos. Con sus cuatro torres laterales, el castillo es un símbolo icónico de Bratislava. Estas torres, visibles desde gran parte de la ciudad, le dan un carácter distintivo al skyline de Bratislava. Dentro de los terrenos del castillo, se encuentra también la residencia oficial del presidente de la República Eslovaca, subrayando la importancia histórica y política del sitio.

Su restauración más significativa se llevó a cabo después de la Segunda Guerra Mundial, liderada por arquitectos y expertos que trabajaron diligentemente para devolver al castillo su gloria del siglo XVIII. Hoy en día, el castillo no solo es un museo, sino también un lugar donde los locales y turistas pueden pasear por sus jardines bien cuidados y disfrutar de las vistas del Danubio y la ciudad.

Puerta de Miguel

La Puerta de San Miguel es la única entrada medieval que se ha conservado entre las fortificaciones de la ciudad, y es uno de los edificios más antiguos y emblemáticos de la capital eslovaca. Construida alrededor del año 1300, la puerta actual es el resultado de una reconstrucción barroca en 1758, que incluyó la adición de una estatua de San Miguel y el Dragón en su cima. La torre, que mide 51 metros de altura, alberga la Exposición de Armas del Museo de la Ciudad de Bratislava.

Esta puerta era una de las cuatro entradas fortificadas que permitían el acceso a la ciudad, cada una situada en un punto cardinal diferente. La Puerta de San Miguel se encontraba al norte y llevaba el nombre de la iglesia de San Miguel, que se situaba fuera de las murallas de la ciudad. Desde la sexta planta de la torre, los visitantes pueden disfrutar de vistas panorámicas de la Ciudad Vieja, el Castillo de Bratislava y los alrededores. Pero la cosa no acaba ahí, pues bajo la puerta, la calle Michalská alberga tiendas y restaurantes de lujo, haciendo de este lugar un vibrante punto de encuentro para los turistas.

Slavín

El Slavín se trata ni más ni menos que de un monumento y cementerio militar dedicado a los soldados soviéticos que fallecieron en abril de 1945, liberando la ciudad de las fuerzas alemanas y las tropas eslovacas aliadas con el gobierno de Josef Tiso. Este fue inaugurado en 1960 para conmemorar el 15º aniversario de la liberación de Bratislava, y diseñado por Ján Svetlík y presenta un estilo arquitectónico estalinista, similar al Palacio de la Cultura y de la Ciencia en Varsovia. Además, incluye una gran escalinata que conduce a un cementerio con 6 tumbas colectivas y 278 individuales, donde reposan los restos de 6,845 soldados soviéticos.

Es un lugar de belleza y solemnidad, embellecido con más esculturas de renombrados artistas eslovacos como Jan Kulich, Tibor Bártfay y Jozef Kostka. El 4 de abril, Día de la Liberación de Bratislava, se celebra una ceremonia donde el pueblo y el presidente rinden homenaje a los soldados caídos. En sí, este monumento no solo es un lugar de reflexión y respeto, sino también un atractivo turístico que ofrece una profunda conexión con el pasado bélico y heroico de Bratislava.

Čumil

Justo en el cruce de las calles Laurinská y Panská, se encuentra una estatua peculiar que ha capturado la atención de turistas y locales por igual: Čumil. Este nombre, que en eslovaco significa «vigilante», se adapta perfectamente al simpático rostro del hombre que, con una sonrisa, asoma su cabeza por debajo de una tapa de alcantarilla. La estatua de bronce, obra del escultor eslovaco Viktor Hulík, se ha convertido en uno de los íconos más fotografiados de la ciudad.

Čumil es solo una de las muchas estatuas que adornan el casco antiguo de Bratislava. Junto a él, figuras como Paparazzi, Schöner Náci y el Soldado de Napoleón aparecieron en 1997, unos años después de la independencia eslovaca, como parte del esfuerzo de la ciudad por renovar su imagen postcomunista. Estas estatuas aportan un toque de humor y peculiaridad al entorno histórico de la ciudad. Además, según una leyenda local, aquellos que toquen la cabeza de Čumil y mantengan su deseo en secreto para siempre, verán su deseo cumplido.

Catedral de San Martín de Bratislava

La Catedral de San Martín está ubicada en el límite occidental del centro histórico y bajo la sombra del majestuoso castillo de Bratislava, es un sitio imperdible para los visitantes. Esta catedral, la mayor y una de las más antiguas de la ciudad, ha sido testigo de importantes eventos históricos, siendo conocida especialmente como la iglesia de coronación del Reino de Hungría entre 1563 y 1830.

La dedicación del edificio tuvo lugar en 1452, con posteriores adiciones, como el presbiterio ampliado en el siglo XIV y las capillas de Santa Ana y la reina Sofía. En el siglo XVIII, su interior fue renovado en estilo barroco, destacando la capilla dedicada a Juan el Limosnero, obra del escultor vienés Georg Raphael Donner. Pero, probablemente por lo que más se conoce a la Catedral de San Martín de Bratislava es porque en su torre, ostenta una hermosa réplica de la Corona de San Esteban en lugar de una cruz, simbolizando su papel en las coronaciones reales.

Alrededor de Bratislava

Alrededor de Bratislava, los turistas pueden encontrar destinos de la talla del Castillo de Devín que, a solo 20 kilómetros al este, ofrece vistas espectaculares y una historia de origen que se remonta a la época romana. Otra excursión popular es al Pequeño Carso, una cadena montañosa al norte de la ciudad, ideal para los amantes del senderismo y la naturaleza. Aquí se encuentran rutas bien señalizadas, así como la cueva Driny, la única cueva accesible al público en la región, con formaciones de estalactitas y estalagmitas impresionantes.

Los viñedos de los Pequeños Cárpatos, particularmente en las localidades de Modra y Pezinok, son una visita obligada para los entusiastas del vino. Estas regiones vitivinícolas no solo ofrecen degustaciones de vinos locales, sino también encantadoras bodegas y festivales vinícolas durante todo el año. Por último, a pocos kilómetros al sur, en el vecino Austria, se encuentra el Parque Nacional Danubio-Auen. Este vasto y bien preservado espacio natural ofrece rutas de senderismo y ciclismo, y es hogar de una rica biodiversidad, incluyendo numerosas especies de aves y plantas raras.

Qué comer en Bratislava

Al explorar las calles de Bratislava, uno no puede dejar de deleitarse con una amplia variedad de platos tradicionales que capturan la esencia de su cocina. Entre los platillos que debes probar se encuentra el bryndzové halušky, una especie de ñoquis de papa cubiertos con queso de oveja bryndza y trocitos de tocino. Otro manjar es el kapustnica, una sopa de col agria que a menudo se sirve con salchichas y carne de cerdo. Este platillo, especialmente popular durante las festividades navideñas, ofrece un sabor profundo y robusto, perfecto para los fríos días de invierno.

Para algo más ligero, el lokshe es una excelente opción: un panqueque de papa que se puede servir tanto salado como dulce, con rellenos que varían desde hígado de ganso hasta mermelada de ciruela. Y no puedes irte sin probar algunos de los dulces tradicionales; el šúľance es un postre similar a los gnocchi, hecho de masa de papa y servido con semillas de amapola y azúcar. Y, por supuesto, el medovníky, un tipo de galleta de jengibre, es una delicia que se disfruta durante todo el año, pero especialmente en Navidad.