Ubicada al pie del Cerro de los Siete Colores, Purmamarca emerge como un destino encantador en la Quebrada de Humahuaca, Argentina. El principal atractivo de Purmamarca es su inigualable Cerro de los Siete Colores, una maravilla natural que exhibe tonalidades que van desde ocres intensos hasta verdes suaves, ofreciendo un espectáculo visual que deja a los visitantes sin aliento. Otra opción es la Plaza 9 de Julio, la cual cuenta con un atractivo mercado de artesanías y una fuente en su centro.

Los viajeros encuentran en Purmamarca una puerta de entrada a la cultura andina, donde podemos destacar la Iglesia Santa Rosa de Lima, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y que sirve como el primer paso para adentrarte en la historia y la religión del pueblo. Poro otro lado, la gastronomía en Purmamarca no es muy extensa, pero aun así posee algunos platillos destacables; como la milanesa de quesillo o la cazuela de cordero. Con todo esto en mente, conozcamos lo que hay que ver, que hacer y comer en Purmamarca.

Cerro de los Siete Colores

El imponente Cerro de los Siete Colores, parte de la Cordillera Oriental de los Andes, exhibe estratos de tonos vibrantes que van desde rojos intensos a ocres profundos, fusionándose con amarillos, verdes y púrpuras. Esta paleta natural parece una obra maestra, tallada por el tiempo y la geología en una danza de tonalidades que evocan la riqueza mineral del suelo. Además, el ascenso al Cerro de los Siete Colores, por sí mismo, es una experiencia que invita a contemplar la grandeza de la naturaleza.

La disposición única de las capas de sedimentos muestra millones de años de historia geológica en una sola vista panorámica. El contraste entre los colores de este paisaje icónico, especialmente durante el amanecer y el atardecer, ofrece una gama de matices inolvidables que cautivan a los visitantes. Sumado a esto, el cerro es el telón de fondo perfecto para actividades al aire libre, como el senderismo, el trekking, la fotografía, entre muchas otras.

Plaza 9 de Julio de Purmamarca

Enmarcada por la Iglesia de Santa Rosa de Lima, de blanco impoluto, y bordeada por puestos de artesanías locales, la Plaza 9 de Julio es un hervidero de actividades y colorido. El ritmo de la vida diaria se entrelaza con el fluir tranquilo de los viajeros que llegan buscando un encuentro con la historia y la cultura. Este es el epicentro de la actividad social, donde las tradiciones se entrelazan en una sinfonía de eventos culturales y ferias artesanales.

Aquí, se despliega un mercado vibrante donde artesanos locales exhiben tejidos, cerámicas y otras artesanías típicas de la región. Los aromas tentadores de las comidas regionales emergen de puestos callejeros que ofrecen delicias gastronómicas como las empanadas, humitas y locros, deleitando a los paladares más curiosos. Es el lugar donde la comunidad se reúne, donde se celebra la música y la danza, y donde los visitantes se sumergen en la esencia viva de Purmamarca.

Iglesia Santa Rosa de Lima

La Iglesia Santa Rosa de Lima, con su fachada impecablemente blanca, es un remanso de paz que cautiva con su belleza simple y su historia arraigada en la tradición del noroeste argentino. Este templo colonial, erigido en el siglo XVII, irradia una presencia serena y venerable en el corazón de la plaza principal del pueblo. Su diseño sencillo, con paredes de adobe y techo de cañas, refleja la destreza de la arquitectura colonial, manteniendo su autenticidad a lo largo del tiempo.

Al adentrarse en su interior, los visitantes se sumergen en una atmósfera de espiritualidad y devoción. Los detalles rústicos de su estructura contrastan con los vibrantes colores de los altares, destacando las imágenes religiosas y los retablos barrocos, que narran historias de fe y devoción. Además, el silencio y la calma del lugar invitan a la reflexión y al recogimiento. El recinto es un hito cultural, no solo por su importancia religiosa, sino también por ser un símbolo del patrimonio arquitectónico y cultural de la región

Bodega Kindgard

La Bodega Kindgard es un rincón mágico en Purmamarca que fusiona la tradición vitivinícola con la belleza natural de la región. Esta bodega artesanal se ubica en un entorno idílico al pie de las majestuosas montañas, ofreciendo a los visitantes una experiencia única y sensorial. Guiados por expertos enólogos, los turistas son recibidos con calidez y se sumergen en un recorrido fascinante por el proceso de elaboración del vino artesanal.

Desde la selección de las uvas hasta el embotellado, cada etapa del proceso se explora con detalle, permitiendo a los visitantes comprender la pasión y dedicación que se vierte en cada botella. Los aromas embriagadores y los sabores únicos se descubren en las catas que la bodega ofrece; tendrás la oportunidad de degustar una selección de vinos de alta calidad, maridados con delicias regionales, mientras aprendes sobre las variedades de uvas autóctonas y las técnicas de producción que dan vida a estos elixires.

Qué comer en Purmamarca

En los encantadores restaurantes y puestos callejeros de Purmamarca se encuentra una variedad de platos que reflejan la tradición y el ingenio gastronómico local. Para empezar, el «Cayote al horno», una especie de calabaza de sabor dulce, se hornea con azúcar y canela, creando un postre exquisito y reconfortante. Otra opción son las «Papas a la crema», un plato simple, pero delicioso que combina papas en rodajas con una cremosa salsa a base de leche, queso y condimentos.

El «Quesillo» es otra opción fenomenal; queso fresco y suave, similar al queso mozzarella, pero con un sabor ligeramente ácido y textura delicada. Y para los más dulces, los postres típicos son una tentación irresistible; el «Arroz con Leche» y las «Tortas Fritas» son opciones ideales para satisfacer el paladar con un toque de dulzura tradicional. Por último, no debes irte sin probar la «Tarta de quinoa», que combina la quinoa, un superalimento andino, con vegetales frescos y queso, horneado en una masa crocante.